El Conocimiento Silencioso
El mito cristiano de la pérdida del paraíso es una alegoría de la pérdida de la conexión del Hombre con su origen, con la fuente de todo: lo abstracto.
Originalmente el ser humano poseía un vínculo vivo con el Espíritu.
El mismo Espíritu dirigía sus pasos, susurraba a su oído, y el Hombre tenía total dominio, total conocimiento sobre el mundo. Dominaba sobre las aves, las bestias y los peces.
Sin embargo Dios le había prohibido comer del fruto del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal.
Y entonces la curiosidad se apoderó del Hombre. Quiso saber cómo era aquello que sabía y cómo lo sabía. Tentado por la mujer, luego de que la serpiente abriera los ojos de ella, el varón accedió y comió del fruto prohibido. La serpiente les había prometido el conocimiento de Dios. Y allí nació en el Hombre el "interés", la astucia, la especulación... y sobrevino la caída.
Con la caída, el Hombre perdió su vínculo de conexión con lo Abstarcto.
Y a medida que aumentaba su interés racional en aquello que antes conocía directamente -por intermedio de su vínculo con el Espíritu- ese conocimiento se volvía más efímero, más silencioso.
El ineterés, la astucia, es la antesala de la razón.
El hombre moderno, siendo heredero de este proceso, todavía posee un resto residual de su conocimiento silencioso, un ápice que produce en él dos efectos: 1) Le hace sentir su antigua conexión con la fuente de todo, y 2) le hace sentir que sin esa conección no hay esperanza, ni logro, ni paz.
Entonces el ápice de conocimiento silencioso que aún queda en el hombre contemporáneo es la fuente de su sensación de incompletud. Y habiendo perdido la esperanza de retornar al conocimiento silencioso, el hombre moderno sólo puede expresar su desesperación en actos cínicos de autodestrucción y violencia.
Freud descubrió esta pulsión de muerte y la llamó "Tánatos"; pero no pudo determinar su causa suficientemente. El hombre busca inconscientemente la muerte como último recurso para retornar al mundo perdido del conocimiento silencioso.
Don Juan Matus definió al hombre contemporáneo como un egocéntrico homicida.
El ego reemplazó lo que debería ser el vínculo de conexión natural del Hombre con el Espíritu.
Todos poseemos un vínculo de conexión con el Espíritu. Pero en la mayoría de nosotros se encuentra atrofiado, lleno de polvo.
Los chamanes se esfuerzan por desempolvar su vínculo de conección con el Espíritu.
Para lograrlo siguen lo que llaman "el Camino del Guerrero".
Para el guerrero, la guerra no significa ningún acto de estupidez individual o colectiva, sino una guerra contra el "ego", contra el "yo" que privó al Hombre de su poder, de su conexión con el Espíritu.
El hombre moderno parece racional, pero no lo es. No está fijado en el sitio de la "Razón", sino en su antesala: el "interés", la especulación.
El hombre de Razón comprende que existe el Conocimiento Silencioso y siente su vínculo de conexión con él. El chamán que desempolva su vínculo con el Espíritu y accede al sitio del Conocimiento Silencioso, sabe de la Razón y puede expresar lo que sabe sin especulación alguna.
Al final del camino del guerrero el chamán ha desarrollado al máximo su Razón y su Conocimiento Silencioso. La línea que une ambos puntos es una avenida de doble mano.
El intelectual contemporáneo no es un Hombre de Razón, es un sofista. No está en el sitio pleno de la Razón, como están los chamanes, está meramente en su vestíbulo: el interés, la especulación. Los chamanes llamaron a este estado del hombre moderno: La Preocupación.
Desde el sitio de la "Preocupación" el hombre siente temores racionales y tiene prejuicios racionales. Desde el sitio de la Razón no existen los prejuicios, desde el sitio del Conocimiento Silencioso no existen los temores.
Esclarecer la Razón, limpiándola de resíduos racionalistas, y acceder al plano de conocimiento silencioso resume los máximos esfuerzos al que los guerreros dedican toda su energía disponible.
El empleo inteligente de la energía es a lo que los chamanes toltecas llaman "impecabilidad".
Los guerreros sólo pueden alcanzar sus metas aprendiendo a vivir impecablemente.
viernes, 19 de septiembre de 2008
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